viernes, 22 de junio de 2012

UN GESTO UNIVERSAL

Quizá lo vimos en las películas o lo leímos en algún libro, o vimos a nuestros abuelos. No lo sé, ni haré más esfuerzos por entenderlo, pero si hay algun gesto universal, es mirar al cielo, normalmente de noche. Cada cual elige su estrella y la hace suya, íntima, confidente de todo y nada. Si las estrellas hablarán, contarían grandes historias, de sueños frustrados, de esperanzas y fracasos, de éxitos, de miradas giradas, de nostalgia, de suertes buscadas, de luchas diarias, trampas de la vida. Hablarían de besos robados, de abrazos que salvaron vidas, de palmaditas que frenaron a tiempo la guerra y la autodestrucción. Y van pasando los días y esa estrella cada vez nos conoce más. Yo no sé como he podido perder mi estrella, y olvidar mi primera canción. Ni cómo he descuidado reírme más de mi espejo. No sé porqué doy más vueltas en la cama, ni por què bebo té de madrugada. Me siento una serpentina dando vueltas en un ventilador. El canto de una moneda que gira y gira, vacilando a cara y coqueteando con cruz. El violín de la trastienda que me ha visto suplicar. El olor a pan tostado de un sábado por la mañana, esperando que Will Smith vuelva a tener 20 años y chandal estrafalarios. No sé cuando el zumbido del Messenger dejó de removerme el alma, ni el calor del cartucho quemado de la Mega Drive dejó de ser mi radiador favorito, ni cuando la Ondamanía de colores dejó de captar la atención de mis pupilas, o los tazos de Matutano dejaron de ser el círculo perfecto. Pero, me gusta pensar que las tortugas nunca dejaron de ser Ninjas, que algunas noches es posible, cual Power Ranger, metamorfosearse, que puedo cambiar mi color de pelo y no rendirme, como nos enseñó son Goku. Que las alubias mágicas no lo son todo. Que puedo colgarme de la canasta como Chicho Terremoto. Que sigo salvándome por la campana, y sigo queriendo adquirir en secreto el salvavidas de los Vigilantes de la playa. De verdad que he intentado parar la vida en un instante varias veces, sonreír, y pasar por el agujero de la moneda de 25 pesetas que nos quitaron. De verdad, que sigo adicto a los granizados de limón y a los fantasmicos de colores. Y crecí de cañas con Peter Pan, sintiéndome rey León, enamorado de Jazmín en Aladdín, consciente de que el dinosaurio de manitas cortas de toy story es la caña, que Quasimodo era un tipo que luchaba, que Shrek es humor y verde esperanza. Asi que sí, perdón si a veces pierdo la compostura, si me duele que Russell Crow muriera en el coliseo de Roma, que a Macgyver se le secara la creatividad, que a Jim Carrey lo engañara Truman, que jugaran con Bourne, que se fuera uno de los Oceans Eleven. Y seguí creciendo, contando aún las vueltas del último tiro de Michael Jordan, creo que son 34, lo sigo viendo. Y entendí algunas cosas, como que la vida es comer, beber y viajar con esa poca gente que te importa de verdad. Que se mide por las veces que te quedas sin aliento. Que Nach y Alejandro Sanz están por encima del resto de los mortales,  que los negretes que venden pulseras y collares no tienen nada y sonrien cada día, dándonos constantes lecciones. Que hay personas con las que conectas en un segundo y otras que te haría falta dos mundos. Que hay pieles que huelen a Nivea mejor que otras. Y brindis que curan cualquier herida. Que no hay mayor dulzura que la del que sufre y luego cura su dolor. Que hay dos formas de sufrimiento: el trabajo duro o el arrepentimiento. Que las preocupaciones se comen entre ellas y no a nosotros. Que las cosas que no hacemos son tan importantes como las que hacemos. Que nada purifica más que el agua de la bañera de tu casa. Que mientras vives la clave no son los grandes planes. Que mientras te mueres hay helados, y que hablando de morirse, tú nunca tenías que haber muerto, querido Andrés Montes, me sigues emocionando, allá donde estés. Como siempre, bendito y maldito seas Sr. Tiempo, que he vuelto a despistarme, cuando miraba una estrella. Si ves a la vida, salúdala de mis partes.

martes, 27 de diciembre de 2011

MI PROPIO DISCURSO DE NAVIDAD

Sonreír mientras todo fluye, sonreír de nostalgia, de alegría, de rabia, de impotencia, de melancolía, sonrisas de derrota, sonrisas de victoria, de suerte, de esfuerzo, sonreír por lo perdido, por lo conseguido, sonreír por lo vivido. Sonreír es el aire comprimido que impulsa el mejor gesto que podemos y debemos hacer: mantener la cabeza alta. Sonreír es el mejor farol que podemos tirarnos ante el azar de la baraja que es la vida, para buscar sus ases.

Casi todas las palabras de nuestro idioma, el castellano, tienen una raíz en el latín, y un significado detrás. Es curioso que no existe este fenómeno para la palabra "problema". Antiguamente se trataba como obstáculo y salida, pero no hay rastro de raíz, porque es la vida misma, no necesita definición. Actualmente escribir "problema" en Google supone 148 millones de resultados, frente a los 123 millones que aparecen para la palabra "solución". Esto no es algo a lo que someterse, lo hemos creado nosotros, los problemas venden, la negatividad vende, el hundimiento está de moda, hacer del mal humor una profesión también. Yo me quejaba de que no tenía zapatos hasta que vi a alguien que no tenía pies, dijo el viejo una vez. Problemas reales hay 3 en la vida y sólo los reconocen bien aquellos que aprietan los dientes cada día cuando se les retuerce el corazón, no duermen, y el dolor ni siquiera ya encuentra sitio para doler en los recuerdos del ayer, donde la crueldad no supo sentir. Rompo una lanza por todos ellos, verdaderos superhéroes, amantes de la vida y de cada segundo.

Basta ya de llamar problema a todo. Estamos en crisis sí, ¿y qué? podemos seguir riendo, aprender del error como profesor, ser maestro y siempre alumno. Podemos crear, desaprender, empezar de nuevo. Estar felices de tener aún 2 piernas y 2 brazos, y la capacidad de decidir por uno mismo. Tenemos la mejor armadura y la salud suficiente para ejercer la más apasionante actividad que podemos ejercer: NO rendirnos.

Somos una generación arropada desde el principio por la comodidad, por la estabilidad, la variedad en la comida, el eterno y cotizado tiempo libre, la ergonomía, la domótica, lo globalizado, el trabajo en grupo, en exceso también improductivo. Hoy no se sabe nada del pensamiento único, hasta el lobo solitario se siente ya mal por serlo. Creemos que somos de todas partes, tan conectadas por el low cost, cortando nuestras raíces con total insensibilidad. Y para insensible ya está el Sr. Tiempo, y la vida, que todo lo pone y lo quita, lo une y desune, cualquier martes a las cuatro de la tarde, sin avisar, sin preguntar, te invita a crecer despidiéndote, a sonreír por lo vivido.

Hemos olvidado la grandeza de un abrazo, emborrachados de competitividad. Hemos creado el mejor de los bunker, el de las excusas, hemos olvidado que conseguimos construir aviones, hablar a 10.000 km y sin embargo se nos ha caído la espada, el tesón, el cantar nuestra mejor canción por la mañana. Inmortales caminando a dos pies, indefensos si caemos al barro.

Se nos han olvidado los pequeños detalles, en nuestro frenético día, nos hemos inventado preocupaciones, responsabilidades y lo que es más grave, invertimos nuestro talento en generar falsos o al menos no prioritarios obstáculos, eso que llamamos problemas, para encubrir, cual cobardes, nuestro miedo a vivir para fracasar, nuestro riesgo a no saber si tanto esfuerzo terminará en triunfo.

"Lo que duele no es irse, es despedirse, lo que duele mañana puede que sea nada, porque un mundo despierta cuando otro se acaba", dijo una vez la cantante.
El corazón late por amor y late por dolor, sabe perdonar pero no olvidar. Lo que duele no es la herida, es la cicatriz lo que remata. Podemos tener más o menos ganas de escalar al cielo, de hablar, de dejarnos ver, de sumar más guerras, pero no hay peor callejón que el que tiene por esquinas la soledad y la represión.

Creer en nosotros mismos primero, para que el resto pueda empezar a creernos. Merece la pena disfrutar intentándolo, luchar sólo y exclusivamente por y para lo que queremos, obsesionarnos con ellos. Pasárnoslo bien, brindar con lo que sea y en cualquier momento.

Rondar por los nuestros, guardar secretos, contar otros, divertirnos con ellos, sin seguros, ni de ahorro, ni de riesgo. No tenemos que contar los días, tenemos que aprovecharlos. No podemos estar mucho tiempo enfadados con quien nos hace disfrutarlos.

Y así, de esta manera, dicho todo esto, que difícil sigue siendo no rendirse, que fácil sigue siendo equivocarse, como duele a veces forzar reírse. Como araña la nostalgia de tiempos mejores, que poco se valora el acierto y cuanto castigo al fallo.

La navidad es bonita, pero imperfecta, no se puede sonreír, llorar, luchar, olvidar o acordarse, sólo 2 días al año. Todo lo anterior, o todo lo que aquí no se me ocurra, hay que tenerlo en cuenta, 360 dias al año. Los 5 que sobran, son para uno mismo, que también es necesario.

Fdo: Dimas Sánchez de la Morena de la Torre. Feliz 2012

sábado, 3 de septiembre de 2011

Ejercicio de Sensibilidad

Renacer, reconocer que en algo hemos fallado. Para que volver atrás, si solo podré quererte mañana, para que discutir hoy, si quiero regalarte mi mejor sonrisa al despertar.
Perdona, pero voy a gritar si se supone que por ti no tuviera que sentir nada, si se supone que seguro que tus ojos no me miraran mañana, si me quedara a un paso, si no acudieras, si me alejara, si el cielo y el mar no se encontrarán en el horizonte un día más.
Y si no lo hicieran, y si solo lloviera, y si no fuera, el capitán de mi alma, y tuviera pequeños cables, que dirigen mis hazañas, cual marioneta acorralada, por una fuerza extraña. Sí, por todo esto voy a gritar, voy a respirar placer y dolor, me van a sangrar los pies de buscar respuestas, a mí mismo, a ti, a ellos, al mundo, a la tierra, al océano.
Cierra los ojos, la vida a veces no es justa, es perra, es caprichosa, es intuitiva, es morbosa, la vida, cual caramelo, lo que te da, te lo quita, la vida es siempre la principal protagonista.
A un paso de tenerte, a un segundo de perderte, funambulista de tu pelo, recorriendo tu cintura, batalla de sentimientos, caballero en tus pensamientos, duelo contra el tiempo, guerra entre corazón y cabeza.
Víctima de la tentación, observando tus piernas como agujas de un reloj. Llueve, sobre el andamio con vértigo, “nada ni nadie, acompaña en este baile”.

miércoles, 6 de julio de 2011

Un país con pies de barro

En la península ibérica, Hispania, Iberia, España o PícaroLandia, como más nos guste llamarlo, somos en torno a 40 millones de habitantes. Un país pequeño, en comparación con otra tierras, pero lleno de casta. La historia nos avala, el mundo sabe que cuando los españoles han puesto empeño, el país ha crecido, ha salido adelante y se ha desarrollado en tiempo récord. Junto con nuestra cultura, relajada, positivista, de buen yantar y mucho arte, de buenas playas, y mejor clima, nos ha abierto un hueco en el mundo desarrollado. Estamos en la élite deportiva: Pau Gasol, Rafa Nadal, "La roja", la ÑBA, Alberto Contador, Fernando Alonso, y a la cabeza en importantes industrias: Inditex, Banco Santander, ACS, Telefónica. Y sin embargo, este país descansa sobre unos pies de barro: perdemos al año 90000 millones de euros gracias a nuestra excesiva picaresca, en términos económicos, fraude fiscal y economía sumergida. Nos cuesta mucho despedir y contratar, pero tenemos una alta facilidad para bancarizar las calles más recónditas y crear cargos y edificios públicos cuyas funciones y nombres son de lo más originales e improductivos. Tenemos la mayor superficie terrestre de aceite de oliva y somos los segundos en ventas. Nos caímos de nuestro ático al barro en el momento que descubrimos el arte de construir, de revalorizar el suelo, de emborracharnos de crédito. Nueve de cada diez españoles perdió la humildad, y todo el mundo quisó hacerse jefe y explotar a una inmigración masiva que ahora culpamos de alteración del sistema de pensiones. Elegimos el camino fácil y olvidamos innovar, crear, emprender. Hicimos el mejor enroque que se ha visto jamás, refugiados en la torre europeísta, y que como en todas las partidas de ajedrez, no iba a aguantar eternamente. Indexamos nuestros salarios a los vaivenes de precios, y vivimos bajo la falsa ilusión de riqueza efímera, por encima de nuestras posibilidades. Nos olvidamos de que toda esa élite deportiva y esas cabezas industriales al nivel mundial, son el 3%, ¿qué pasa con el 97% del tejido empresarial y con el 60% de jóvenes con licenciaturas y master en paro o en condiciones que rozan la ilegalidad laboral, teniendo en cuenta que casi nadie consigue trabajar donde le gustaría? Pregunta lanzada al aire. Tenemos casta, ganas e ilusión por trabajar, por aprender, por sentir que generamos valor, que aportamos ideas y no somos masa laboral que usar y tirar temporalmente. Y sin embargo nos enjaulan en el barro, nuestro partido nunca empieza, y para el que lo hace, ahorrar, al igual que ganarse un contrato fijo acorde a su esfuerzo e inversión académica, es la más grande de las utopías. Desde aquí rompo una lanza, por un país con joven y gran capital humano, por evitar la excesiva fuga de cerebros, porque este país necesita flexibilidad, productividad, competitividad, sectores de crecimiento vanguardistas, capacidad exportadora, apoyo al emprendedor, a la creación de empresas, canalización del crédito, y esto, solo los jóvenes, tienen ganas de batallarlo. De lo contrario seremos un país desarrollado, sí, de la Eurozona, sí, pero con pies de barro.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Lo único importante

Al salir de la burbuja, del círculo de la comodidad, de ese micromundo compuesto de libertad, aventuras, falsa seguridad y donde se viven los momentos más dulces, el tesoro personal de cada uno, que es la universidad. Al salir de ese mundo, uno se encuentro muy perdido, uno se siente con un pie anclado en todos aquellos escenarios y maravillosos años, uno siente que no sonríe de verdad sino se mezcla en ese vínculo fraternal que con grandes individuos se ha creado. Te caes de tu ático a pie de playa a la selva.
Y es entonces cuando te das cuenta, de que tienes sueños y proyectos, y que es el momento de ir a por ello, y apuestas e inviertes en ello y empieces a competir entre la masa anónima, y llegas a casa, y te miras, y sientes impotencia, quizá rabia, las cosas no salen como esperas, y te infravaloras y piensas en abandonar.
Y en ese momento, una palmada te toca el hombro, una sonrisa te levanta, una voz desde un teléfono te dice: "no pasa nada, vuelve a intentarlo", y las lágrimas de desánimo se cargan de orgullo de casta, y te levantas y sacas pecho, y cierras el puño, y vuelves a salir a la calle, y te das cuenta, de que puedes seguir plantando cara al mundo, sólo, y únicamente, porque alguien está confianndo y creyendo en ti. Y esto, es lo único importante.

jueves, 24 de marzo de 2011

La obsesión inflacionista

Existe un hecho comprobado, quizá no cientifícamente, pero basta con observarlo. El 80% de los humanos están anclados en el pasado, preocupados por el futuro y no se ocupan de vivir el presente.
Y digo esto, porque a las autoridades del BCE, parece que se les olvida. Esta institución, independientemente dependiente, con aire alemán, continúa sobrecogida por la hiperinflación sufrida en antaño, y se preocupa porque en el futuro los precios excedan de un 2%.
Las tensiones en Libia ya inquietan las sillas de los máximos jefes sobre los tipos de interés. Señores, la inflación subyacente, desprovista del efecto "shocks" como la volatilidad que caracteriza el oro negro y los alimentos, disparados debido a los aprovisionamientos por pánico de países, y a la excesiva demanda de los países emergentes, que caminan hacia una clase media consolidada y quieren comer mejor y conducir mejores coches. Esta inflación subyacente es la realmente importante, y no sobrepasa el 1,5%, ni lo hará en mucho tiempo, porque gran parte de los países de la eurozona se encuentran en un gran aprieto, que es cumplir las estrictas condiciones fiscales (que suplen vulgarmente a una auténtica convergencia fiscal europea) impuestas por Europa, sin antes experimentar crecimiento sostenible en la economía, y esto no solo dificulta la recuperación, sino que también endurece las condiciones de financiación y merma el poder adquisitiva de las familias y la capacidad inversionista de las compañías, 90% pymes en España por cierto. Con lo que, apuntar a la inflación como "el futuro obstáculo", es como dice un buen amigo mío, sacar la solución del problema.

martes, 22 de marzo de 2011

La diferencia a veces es la actitud

No hace mucho, tras el vertido de petróleo de BP, cuyo efecto distorsionó la vida de los estadounidenses, la prensa le preguntaba a un ciudadano de calle por el asunto, y éste respondió: "es una tragedia, es tremendo, pero vamos a salir de ésta". Cuando el viscoso oro negro del Prestige salpicó las costas norespañolas, la misma pregunta fue realizada a un ciudadano de calle, y éste respondió: "es una tragedia, es tremendo, a ver quien paga esto ahora".
Es decir, no estamos a salvo de nada, a pesar de nuestros aires de inmortalidad por la vida, parece que no hemos conseguido comprender la idea justa de justicia, y que en ocasiones, solo hablar nos distingue de los monos. Pero ante todo este escenario de razón versus corazón en el que los humanos nos ahogamos en la indecisión, aún nos queda algo a lo que agarrarnos cual clavo ardiendo: la actitud. Tenemos la posibilidad cada día de provocar nuestra suerte en una probabilidad equivalente a nuestra ilusión. Tenemos en la mano sorprendernos a nosotros mismos, superarnos, disfrutar, aprovechar el todopoderoso tiempo. Tenemos la libertad de poder sonreirle a la vida, pensar: aquí estoy yo, y dar a entender, que quizá no sabemos aún cómo, pero las cosas van a ir bien mañana.